martes, 10 de agosto de 2010

Aunque un océano los divida, el error y la virtud son los mismos

El plantel integro de jugadores del Barcelona de España debe tener una valor superior al de mil millones de euros. El de Vélez Sarsfield no debe de superar los sesenta, el número no es bajo, sobre todo para un futbol argentino experto en éxodos rápidos y triangulaciones con búsquedas de escape financiero. El Barcelona obtiene la mayor parte de ese número a partir de jugadores que formo en sus divisiones inferiores. El caso de Vélez es disímil, tiene un gran valor en Otamendi, Somoza y Cubero(los tres made in fortín), como también tiene pesos pesados que no se formaron en la usina productivismo de Liniers(Zapata, Moralez, Silva). Sin embargo todos comparten una idea, todos siguen la misma sintonía que busca el lugar común de tener la pelotita y herir a partir de la posesión. Ambos el Barcelona y Vélez son equipos cortos, los laterales se mandan al ataque, los centrales son criteriosos y los volantes juegan y luchan. En la pretemporada nadie hablo de Vélez, Otamendi se fue al mundial y fracaso en su marca de Podolski y fue anticipado por Muller en el fatídico 0-4 frente a Alemania en ciudad del cabo. Los de Gareca hicieron una pretemporada muda, incorporaron solo a Augusto Fernández y se concentraron en que Somoza vuelva a su mejor nivel. Por su lado los cinco grandes obedecieron los pedidos de sus nuevos técnicos y se reforzaron, inclusive River y San Lorenzo salieron al mercado al margen de que sus pasivos les recomendaban hacer otra cosa.
Independiente incorporo técnico nuevo y nueve jugadores, Vélez utilizo a Augusto Fernández (su única compra) para permitir que Cubero volviese a su puesto natural, el de lateral derecho. El partido fue un monologo Velezano que gano por un solo gol pero mereció ganar por tres. Maxi Moralez fue demasiado escurridizo para Battion, Silva fue demasiado nueve para los centrales y el lirismo de Martínez fue incontenible en el mano a mano. Antes de que Vélez dominase a un tibio Independiente ganaron Lanús y Estudiantes. El equipo de Zubeldia otra vez empezó bien el torneo, esperemos que lo siga de esa manera así convence a muchos de que la inversión en el futbol se debe hacer en las inferiores. Al margen de las ausencias y las ventas, Lanús sigue promoviendo jugadores gracias al prestigio que sus divisiones inferiores se supieron ganar a través de los años. Estudiantes es un equipo con pocos jugadores que vienen de sus divisiones inferiores, sin embargo el pelado que lleva el mismo número once que uso su papa es la estampa viva de la escuela platense. El futbol del león no es lirico, no es corto ni es vistoso. Al margen de esto la efectividad es su marca registrada, Verón y Braña conducen al equipo y todos le siguen la batuta. En el banco pachorra Sabella le hace honor a su apodo y da pocas indicaciones ya que se fía del trabajo hecho en la semana.
La tónica del fin de semana fue simple, los que invirtieron en nombres y proyectos de mecha corta se quedaron cortos. Se quedaron cortos en el juego, se quedaron cortos en el resultado y se quedaron cortos en la tabla (con la excepción de River y Racing que ganaron sin merecerlo). Cruzando el océano hay un ejemplo similar, el vistosísimo y efectivo Barcelona juega un futbol comandado por tres jugadores que son obra plena de sus divisiones inferiores. Estos tres hombre son: Xavi, Iniesta y Messi. Xavi conceptualiza la totalidad del juego y le da el ritmo al partido, Iniesta es el mago con millones de conejos en la galera siempre dispuesto a dar el pase justo, Messi hace los goles. El concepto de la Macia (divisiones inferiores del Barcelona) es simple, probar o buscar a los jugadores, ficharlos y luego enseñarles técnica futbolística por horas sin parar. Todo el entrenamiento es con la pelota y así salen los cracks, lo que esta se mejora y lo que falta se enseña. La némesis del Barcelona es el Real Madrid que gasta fortunas en jugadores formados en diferentes partes y busca que al juntarlos la chispa se dé. Es lógico que la afinidad siempre prevea el buen funcionamiento, sin embargo la afinidad ideológica es más importante que la técnica. Si once hombres siguen una idea y buscan un objetivo en común será difícil pararlos, la idea al fin y al cabo importa mucho más que los nombres. Lo demostraron este fin de semana

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